Desafíos del peronismo frente a las próximas elecciones

Por Ariel Magirena

Nada más urgente, ni más efectivo, que discutir de inmediato nuestro programa de salvación nacional. Convocar al frente patriótico y popular. Ese que negaron en las presidenciales de 2019 para reemplazarlo por promesas traicionadas. Sin esperar llamados de una dirigencia que no dirige. De cara al pueblo y en cabildos abiertos que garanticen participación masiva: porque sólo lo que se comienza alguna vez se alcanza.

Aunque el PJ no lo vea, el Movimiento Peronista está en ebullición. Por primera vez un gobierno ungido por su voto consigue, en menos de dos años, empeorar la situación que heredó, agregándole incertidumbre por la ausencia explícita de un programa.
Redundando errores de su predecesor, el panorama contradice argumentos del tipo “pasaron cosas” aunque el principal de esos argumentos sea un virus mortal presente en todo el planeta. A la incertidumbre política local se suma la global producida por el Covid.
El Pueblo peronista conoce la eficacia de la Doctrina para los problemas locales o internacionales como conoce sus prioridades. No olvida que la Revolución Peronista nació en un contexto de Guerra Mundial que no mató dos millones en un mundo de 7.500 millones sino 60 millones en un mundo de 2.000 millones cuando los pueblos de tres continentes no podían “quedarse en casa” porque eran escombros en países que, además, eran mercados de Argentina y a los que asistió con ayuda alimentaria y crédito sabiendo que los muertos no compran (Néstor Kirchner dijo, en condiciones inversas, que “los muertos no pagan”). Y que mientras lidió con ese mundo resolvió la herencia de la década infame y transformó -en sólo una década- un país exportador de porotos en una de las diez mayores potencias, capaz de desarrollar industria pesada, energía nuclear para la paz, el avión de máxima tecnología entonces conocida y la cuarta flota mercante del planeta. Además de una sociedad más justa y equitativa.
No hace falta redundar lo que ocurrió desde el Golpe de 1955 y la colisión violenta e inconciliable entre el proyecto colonial y el patriótico que culminó en el genocidio llevado adelante por la dictadura del Proceso, que precedió al retorno institucional de 1983.
Hoy la moneda nacional y su poder de compra son los peores del continente sólo superados, en deterioro y depreciación, por Venezuela. Por primera vez el peso argentino vale menos que la gourde de Haití, nuestra hermana más pobre, isleña y caribeña, carente de recursos y azotada por catástrofes naturales incomparables con las que alguna vez nos golpearan.
Y el dato más dramático para un peronista: 2 de cada 3 niños son pobres, en un país despoblado y con recursos de sobra para la vida digna.
Sobresale la ausencia de los tópicos principales del peronismo:
1) un Estado fuerte y con autoridad árbitro de las relaciones sociales y económicas, con la justicia social como fin;
2) el trabajo como articulador y generador de riqueza y desarrollo.
Las contradicciones del gobierno del presidente Alberto Fernández, -sus idas y retrocesos,- son pretextadas en un menú de ”diversidad” del frente electoral: el exacto reverso del argumento de campaña de “la unidad” del peronismo. Así, el Movimiento Peronista (convidado de piedra sin voto desde hace tres décadas) enfrenta un escenario electoral también incierto por la posposición de la fecha de celebración de las PASO y la sospecha de que el FdT repita maniobras de proscripción a listas que quieran contender en esa lid. Lo que empeora si advertimos que, falto de alternativas que lo entusiasmen, el electorado viene optando por votar ‘en contra’.
Podría repetirse el encontrar un peronismo dividido en al menos cuatro listas enfrentando a una Alianza Cambiemos que conserve la mayoría de sus votos. El desafío será recuperar la centralidad política sobre el negocio electoralero.
Un FdT conformado después de gravísimas denuncias cruzadas de sus miembros niega sentido a todas las consideraciones sectarias. El propio Perón declaró que no existen nuevos rótulos que nos definan y que somos “lo que las 20 verdades” dicen.
Debemos discutir de inmediato nuestro programa de salvación nacional. Llamar al frente patriótico y popular que negaron en las presidenciales y que reemplazaron por promesas traicionadas. Sin esperar llamados de una dirigencia que no dirige; de cara al pueblo y en cabildos abiertos que garanticen participación masiva y eviten el aparateo de círculos políticos y caudillos.
Los autopercibidos pragmáticos y la desacreditada clase política reiterarán el argumento de que “no dan los tiempos”. Ese al que recurren frente a cada elección mientras que los que no pueden más sufren y mueren. Es su modo de ocultar que nunca se alcanza lo que jamás se comienza.