Por Camila Braconi
El incumplimiento de las obligaciones que la Ley de Riesgos del Trabajo les impone a las aseguradoras. Ineficacia y negligencia de las empresas privadas en cuyas manos dejamos el cuidado de nuestra salud
Frente a la pandemia que la mayoría de los países atraviesa, se empiezan a discutir diversas temáticas sobre el funcionamiento social, algunas vinculadas al mundo laboral y a la salud de los trabajadores, dos cuestiones que están muy relacionadas entre sí. En este sentido, adquiere gran relevancia el rol que cada uno de los actores sociales asuma.
En nuestro país, muchas empresas recurren a las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (ART) para hacer frente a futuros gastos que las enfermedades y los accidentes de trabajo les pueden ocasionar a sus trabajadores. Sobre todo, cuando el costo de autoasegurarse se vuelve más oneroso. Por consiguiente, a la responsabilidad empresaria de cuidar la salud del trabajador y respetar las normas de seguridad e higiene —que se encuentran establecidas en numerosas normativas, desde la Ley de Contrato de Trabajo hasta tratados internacionales con jerarquía constitucional—, se suma la responsabilidad de las ART como intermediarias en este vínculo triangular. Sin embargo, basta con mirar en nuestro entorno para notar que las ART no están ni cerca de cumplir con las obligaciones que la Ley de Riesgos del Trabajo les impone. El objetivo principal de esta ley, que es reducir y prevenir la siniestrabilidad laboral, ni siquiera se alcanza parcialmente. Preguntémosle a cualquier trabajador, del ámbito privado o público, si alguna vez recibió en su establecimiento laboral una inspección que viniera a evaluar el cumplimiento de las normas de seguridad e higiene.
En el caso de mi entorno laboral —soy analista en administración de personal, dentro del área de Recursos Humanos de una empresa privada—, nuestra ART se limitó a enviarnos una catarata de mails sobre “capacitaciones relativas al Covid y normas para prevenir el contagio”, en vez de establecer protocolos obligatorios de ingreso y egreso del personal al establecimiento y corroborar que los trabajadores cuenten, entre otros cuidados, con insumos básicos como barbijos, alcohol en gel y termómetros.
Poner en cuestión a las ART es crucial no sólo por su ineficacia, que está a la vista de todos, sino porque como sociedad debemos preguntarnos si vamos a seguir dejando nuestra salud en manos de empresas privadas que no están dispuestas a cumplir su función. También hay que considerar si esto no representa, desde el punto de vista económico, una pérdida incluso para el sector empresario, ya que es responsable solidario de cualquier accidente de trabajo y enfermedad profesional que un trabajador padezca debido al incumplimiento de las normas de seguridad e higiene. Si de bajar costos laborales se trata, la tercerización de los servicios no siempre supone una baja per se.