Soberanía Política y Atlántico Sur: por una Argentina bicontinental, bioceánica y estrictamente marítima

Por Rodolfo P. Treber

Debemos asumir que somos un país marítimo. ¿Por qué nuestra patria, cuya mayor extensión es mar, no tiene un solo buque mercante, ni de defensa, ni política naval alguna? Con un comercio exterior de 160 millones de toneladas de cargas que entran y salen de territorio argentino, los fletes tienen que volver a ser nacionales. De la navegación, a la producción y la industria, al trabajo y a la justicia social.

 

Cumpliendo con el ordenamiento geopolítico impulsado por el imperio norteamericano, las últimas dictaduras militares y el gobierno democrático de la década del 90 quebraron, privatizaron o paralizaron la totalidad de las empresas estatales. Desindustrializaron el país e instalaron el actual modelo de economía primarizada, rentística y financiera.
Parte fundamental y necesaria de ese proceso consistía en anular la soberanía nacional, demoliendo sus bases estructurales, para consolidar el dominio privado y aumentar la dificultad de una eventual recuperación. Con ese objetivo es que se destruyó nuestra marina mercante y desreguló el comercio exterior, relegando al capital transnacional responsabilidades inherentes al Estado que hasta el momento ejercían el Instituto Argentino para la promoción del Intercambio (I.A.P.I.), la Flota Mercante del Estado y Flota Argentina de Navegación de Ultramar, que posteriormente conformaron la Empresa de Líneas Marítimas Argentina (E.L.M.A.).
No hay mejor muestra que la realidad para poner de manifiesto la voluntad explícita de gobiernos argentinos posteriores a 1955 de beneficiar el interés extranjero en perjuicio de lo propio. Hasta 1954, la Flota Mercante Argentina era la más grande de la Patria Grande. Superaba a la de Brasil, y era la quinta más importante a nivel mundial, en términos de porte bruto transportado y de tecnología aplicada. Llegó a contar con más de 160 buques con una población y comercio considerablemente inferiores a los de cuatro décadas después. Sin embargo, al 1 de enero de 1992 solo quedaban bajo bandera argentina 82 buques, diez años más tarde solamente 19 barcos…Hoy, la totalidad de los fletes que transportan las mercaderías de nuestro comercio exterior, la realizan buques extranjeros.
Sin flota, el país se volvió dependiente de las multinacionales, perdió el control sobre su comercio exterior y, por ende, sobre su producción. Como dijera Manuel Belgrano en el siglo XIX: “los recursos del Estado productor quedan en manos del Estado navegante”. Esta política subordinó nuestra economía a la exportación agropecuaria, regulada por el mercado de Chicago. Las multinacionales Cargill, COFCO, Archer Daniels Midland, Bunge, Dreyfus se llevan por nuestros puertos 130 millones de toneladas de materia prima alimenticia, mientras hay compatriotas que se mueren de hambre en tierras de abundancia.
Recuperar la soberanía perdida implica enfrentar este conflicto geopolítico y, para empezar, tomar conciencia nacional y asumir que somos un país marítimo. La falta de aprendizaje estratégico, y el dominio cultural extranjero sobre nuestra educación, nos corre de vista aquello que resulta fundamental conocer para poder defender nuestros intereses. A saber: nuestra Patria es bicontinental, bioceánica y estrictamente marítima. Con 1 millón de km2 de Continente Antártico (10% de la superficie), 2,8 millones de km2 en el Continente Americano (27%) y 6,5 millones de km2 de Espacio Marítimo (63% de la superficie total del país).
Teniendo en cuenta todo esto, ¿No resulta sospechoso que los asuntos marítimos estén relegados a una subsecretaría del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca? ¿No suena raro que la Argentina, cuya mayor extensión es mar, no tenga un solo buque mercante, ni de defensa, ni política naval alguna?
La Argentina debe volver a navegar con buques de guerra, pesqueros y mercantes. Con un comercio exterior de 160 millones de toneladas de cargas que entran y salen del país en fletes marítimos, es insólito que ninguno de ellos sea nacional. La Argentina paga la totalidad del servicio de flete a las multinacionales, abaratando sus exportaciones y encareciendo sus importaciones. Un absurdo que solo perjudica a la Patria.
Volver a navegar es recuperar la soberanía política.
Volver a navegar es recuperar la industria nacional.
Recuperar la industria nacional es volver a tener trabajo para los argentinos.
Tener trabajo es iniciar el camino hacia la justicia social.