DEPORTE, MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA

Por María Pérez

«Algunos dirigentes aún sostienen que el deporte debe mantenerse alejado de la política. Nosotros creemos que homenajear y reconstruir la historia de cada deportista secuestrado-desaparecido es clave para concretar un proyecto nacional que promueva al deporte como una herramienta de construcción de la comunidad organizada.»

Doscientos veinte deportistas fueron víctimas del terrorismo de Estado.

El gobierno de facto de 1976 impuso el terrorismo de Estado en todos los órdenes y sectores de la sociedad argentina. El fútbol, deporte de multitudes, fue utilizado como estrategia del plan siniestro pergeñado por las Juntas Militares, que, a través de la organización del Mundial ‘78, levantaron un aparato mediático destinado a la construcción de una realidad paralela, de ocultamiento y distracción, para cubrir los crímenes de lesa humanidad, con la finalidad de disciplinar y, a su vez, mostrar un país y una sociedad con prosperidad, con orden y en paz.

Como contrapunto de esta propaganda que desarrollaba el gobierno de facto —claramente con la complicidad de sectores civiles—, diversas organizaciones de derechos humanos —fundamentalmente a nivel mundial, con participación de exiliados argentinos— denunciaban fuera del país los crímenes de lesa humanidad, las torturas, las desapariciones y el avasallamiento a los derechos humanos. Estas acciones conformaron lo que se denominó como primer boicot contra la organización del Mundial de 1978. Tendrían como clara referencia el diario Le Monde, de Francia, que se constituiría en uno de los epicentros de las denuncias de violaciones a los derechos humanos en la Argentina. En referencia de ello se constituyó el Comité de Boicot a la Organización del Mundial de Fútbol en la Argentina (COBA). 

Como contrapartida, en la Argentina el régimen de facto continuaba, a través de algunos periodistas deportivos como José María Muñoz, promoviendo una masiva campaña de distracción con el fin de contrarrestar el boicot. Pretorianos y mandarines buscaban imponer un slogan que recurría a un juego de palabras: “Los Argentinos somos derechos y Humanos”. El objetivo era claro: neutralizar las denuncias realizadas por sobrevivientes de los centros clandestinos de concentración, los exiliados y familiares de las víctimas en el exterior; a las que la dictadura no tardaría en llamar «campaña antiargentina».

Es importante contextualizar que cada uno de los deportistas detenidos-desparecidos tenía una vinculación con un club de barrio; pero fundamentalmente eran militantes estudiantiles, barriales o sindicales. Dentro de los sectores del deporte, el rugby fue una de las actividades con más desaparecidos: más de ciento cincuenta. Las razones las explica el periodista Veiga en su investigación Deporte, Desaparecidos y Dictadura: «La mayoría de los jugadores de rugby desaparecieron en las ciudades de La Plata y de Rosario, que tenían y tienen centros de estudiantes muy importantes. Esa puede ser una de las respuestas, pero no la única. Otros dicen que se debió a que la mayoría estudió en escuelas y universidades públicas, y tenían una formación política de izquierda”.

Otro deportista desparecido fue el tenista Daniel Schapira, secuestrado el 7 de abril de 1977, que tenía pertenencia política estudiantil y militaba en la Juventud Universitaria Peronista en la Facultad de Derecho. En su homenaje, se estableció el día 18 de octubre su natalicio como el día del profesor de tenis.

Miguel Sánchez desapareció el 8 de enero de 1978, cuando un grupo de tareas irrumpió en su casa de Villa España, Berazategui. Miguel, como se lo reconoce en el deporte, militaba en la Juventud Peronista de Berazategui. Al momento de su secuestro y desaparición era un deportista federado. En su homenaje, tanto en Argentina como en Italia cada 8 de enero se organiza la Carrera de Miguel.

La desaparición forzada de una generación vinculada al deporte tendría, además e inevitablemente, su correlación en la conformación posterior de la dirigencia nacional. Ello en cierta manera explica la postura ideológica de quienes aún sostienen que el deporte debía mantenerse fuera del ámbito de la política”. Esta postura, me permito señalar, todavía la mantienen algunos sectores de la dirigencia, que siguen mostrando resistencia a todo proceso de democratización en el deporte nacional desde la perspectiva de la desideologización.  

Cabe destacar que, recientemente, en el seno del Comité Olímpico Argentino se dio la salida abrupta de uno de sus miembros que habría reivindicado la dictadura militar. 

En la búsqueda de la memoria, la verdad y la justicia, a 45 años del horror de la dictadura militar, diversas organizaciones en el deporte continúan promoviendo acciones con el propósito de intensificar y visibilizar la lucha por la memoria, la verdad y la justicia a través, por ejemplo, de la restitución de la condición de socia/o a cada una y uno de los deportistas e hinchas desaparecidos.

Sin lugar a dudas, homenajear y reconstruir la historia de cada deportista militante nos debe interpelar en cuanto al compromiso de trabajar en la concreción de un proyecto nacional que promueva, definitivamente, al deporte como una herramienta de construcción social de la comunidad organizada. 

No podemos dejar de mencionar que para Perón el deporte era parte de la construcción estratégica, en tanto constituía un sector de transformación social que debía ser receptivo de los sectores populares, juveniles, del trabajo y de la educación. En ese contexto político y social, el Deporte no sólo no era extraño a la conformación política de la comunidad, sino que, por el contrario, constituía un factor determinante en la realización de la justicia social, posibilitando el acceso de los jóvenes y trabajadores a la educación, a la universidad pública y gratuita.

A 45 años del golpe militar de 1976, el legado histórico de Perón y el de cada uno de los compañeros desaparecidos nos plantea el desafío de un proyecto de Nación desde la visión estratégica de la comunidad organizada, con el compromiso irrenunciable de continuar levantando las banderas por la búsqueda de la Memoria, la Verdad y la Justicia.