Por @Arielmagirena
La otra cara de un recurso creado para limitar la protesta y llevarnos al mínimo ideal. Una renta que significará el fin de las paritarias y del empleo registrado, que será el verdadero salario básico e instalará una cultura anti trabajo que ensanchará la grieta
Para terminar con el “costo laboral” terminarán con el trabajo.
El “Estado Profundo” o gobierno global —el grupo Bilderberg, Soros, Rothschild, Gates, el Consejo de las Américas y las fundaciones “humanistas” que financian la reducción poblacional y la fragmentación social y promueven la transculturación y transexualidad— alienta en el mundo la “Renta Universal” para la subsistencia de los que no forman parte del plan de la etapa superior del capitalismo. De ese modo se limitará la protesta y se solventará a los sobrevivientes mansos mientras la humanidad llega al mínimo ideal.
En el caso argentino choca con la oligarquía, que acuña un odio patológico contra los pobres y asalariados desde que alcanzaron sus derechos y protagonismo con el peronismo. La que hizo vanguardia al obedecer ese mandato y proponerlo en su gobierno (el de Macri) a cambio de una “contraprestación” con salidas como la del “servicio cívico voluntario” para jóvenes a quienes arrancarán de sus hogares y geografías y mantendrán controlados (aunque ellos dirán que los “contienen”).
Ejecutado el ajuste brutal por encima de las exigencias del FMI durante el macrato, el progresismo le rinde mucho mejor al capitalismo, pero los dueños del poder real permanecen con relativa lealtad a la clase cipaya que siempre le sirvió.
Lo único que lo mella es la organización de los trabajadores y el peronismo, al que tienen oportuna y generosamente infectado de micro política y marketing.
Una sola clase social hegemoniza la política en nuestro país, y el resultado es que la agenda que abarca todo el espectro electoral tiene eje en reivindicaciones micro y de sector, habiendo arrasado con las de interés social.
Para consumar con éxito su cometido necesitan terminar con la cultura de derechos y alentar la del ego, en la que “uno/a” está habilitado a hacer cualquier cosa para “ser”, y, si no lo entiende, debe “deconstruirse”, neologismo que propone la renuncia y la destrucción cultural.
La cura a esta pandemia liberal (progre o conserva) sigue siendo el nacionalismo popular revolucionario que expresa, desde hace tres cuartos de siglo, la doctrina justicialista. Sin embargo, es un frente electoral que se convirtió en gobierno gracias al voto peronista el que lo está proponiendo como propio y estudiando las restricciones que les preocupa a los oligarcas.
Una renta universal se convertirá en el fin de las paritarias y del empleo registrado e instalará una cultura anti trabajo que también reforzará la “grieta”.
Ese ingreso será el verdadero salario básico y el ariete con el que derrumbarán por fin los derechos laborales. Los que habitamos suelo argentino seremos extorsionados a aceptar migajas como sueldo ya que las patronales calcularán que eso ya está en el bolsillo familiar. Y el trabajador no denunciará la vileza para no quedarse sin nada. El “individuo” decidirá someterse voluntariamente y garantizará la miseria al colectivo que, además, hará caer la capacidad adquisitiva de la limosna estatal como ocurre ya con las asignaciones y las jubilaciones, aún peor que sobre los salarios que son defendidos colectivamente por los sindicatos.
La precarización de facto también destruirá la organización sindical al vaciarla de afiliados y aportantes.
“No puede haber desocupación en un país donde todo está por hacerse”, dijo Perón en 1972.
Vayamos por un plan de desarrollo económico sostenido en el trabajo. Vayamos por la planificación y por el pleno empleo o habremos de elegir la sepultura colonial que el capitalismo busca para nuestra Patria desde que nos propusimos soberanos.
Los peronistas sabemos cómo hacerlo.