ENTREVISTA A MARCIA SCHVARTZ
Por Equipo de de Redacción
—¿Hay una realidad de la “Nueva plástica”? ¿Se percibe en la obra de la gente más joven las consecuencias económicas, sociales y políticas que produjo en nuestra sociedad el neoliberalismo?
—Creo que después de toda una corriente light que hubo en los 90, producto del neoliberalismo, un arte decorativo, muy manijeado por el mercado, ahora hay un cambio. Por ejemplo, todos los trabajos gráficos que se pueden ver en la lucha feminista, la lucha contra la unicaba y los pibes que hacen mural por fuera del mercado del arte, que está muy enviciado.
—¿La plástica introduce un nuevo lenguaje a partir del mundo digital? Me refiero al formato de los cuadros, a las exposiciones presenciales. ¿Existe una nueva forma de relacionarse desde el mundo digital con las obras del artista plástico?
—Más que la plástica, lo que ha dado un gran cambio es la manera de mostrarlo: la difusión por Instagram, exposiciones virtuales que se han generalizado con la pandemia. O sea, lo que cambió fue la manera en que circulan las imágenes. Yo odio la palabra plástico, me considero pintora, dibujante y un poco ceramista.
—¿Creés que hubo una narrativa visual importante de las aberraciones que cometió la última dictadura militar, como la desaparición forzada de personas, la mutilación de los cuerpos y los tormentos infligidos?
—Sí, muchos artistas trabajaron sobre cuerpos mutilados y atados con sogas. En su momento, a mi criterio, hubo mucho de ilustración tipo comic, y (siempre a mi criterio) no era un tema para esos lenguajes. En mi caso, después de muchos años de darle vueltas al tema en mi cabeza, hice una serie llamada “Fondo”, donde trabajaba con restos de cosas en las playas, como evocando ese límite entre la vida-la muerte-la tierra-el agua. Hice también una instalación gráfica llamada “El río es nuestra sangre – nuestro río es de sangre”, que fui donando a distintos museos (entre otros, al Centro Cultural Haroldo Conti y los museos de Bahía Blanca, Tucumán, La Matanza y Yucatán). La última vez lo expuse en la Casa de la Cultura de Tafí Viejo, en el marco de la semana de Derechos Humanos, en marzo de 2018, donde hubo charlas con H.I.J.O.S. de Tucumán que fueron muy emocionantes para mí. Capital Intelectual editó la serie “Fondo” en el año 2009 con un texto de María Laura Carrascal sobre la vida de la amiga Hilda Fernández, desaparecida en 1977 en la ESMA. Años después, me invitaron a una muestra sobre la mujer en el Palais de Glace, y yo elegí la figura de Isabelita, pero no me dejaron. Ahí me di cuenta de que es una figura completamente acallada en la historia oficial. Entonces hice una serie que ilustra un poco esta revista a la que llamé “El tren fantasma”. En tono satírico traté de graficar esa época terrible del país. Increíblemente, nunca la pude exponer en ningún lugar oficial. Finalmente la terminé mostrando en el museo Fortabat. Esas son las contradicciones de la política cultural argentina.
—Cómo ves al Movimiento Nacional y Popular en esta etapa del gobierno de Alberto Fernández y de la oposición de derecha.
—Veo una militancia de la derecha que no conocíamos y una muy preocupante mezcolanza con el tema de la pandemia, la conspiroparanoia. En fin, una mezcla muy difícil de desentrañar y altamente preocupante.