Por Eugenia Ramos
COMO SALIR A CORRER O HACER UN PICNIC EN EL PARQUE, EL GOBIERNO DE LA CIUDAD UTILIZA COMO PROPAGANDA ELECTORAL EL USO CADA VEZ MÁS EXTENDIDO DE LA BICICLETA COMO MEDIO DE TRANSPORTE. ES LA LÓGICA NEOLIBERAL DE LA EFICACIA: LA BICI
DEL SISTEMA PRE PAGO EN CONTRA DEL TRÁNSITO LENTO Y EL AMOR POR LA BICI ÚNICA, POR LA EXPERIENCIA. ES HORA DE PEDALEAR JUNTO A PERÓN.
Para empezar a hablar de políticas de transporte en materia de bicicletas creemos que deberíamos empezar por la pregunta más básica: ¿Existe una única manera política de abordar la cuestión de “las bicicletas”?
La respuesta no parece menos básica, a fuer de contundente: tampoco sobre ruedas hay pensamiento único. Hay miradas neoliberales como la que propone el oficialismo porteño de Cambiemos y hay plurales miradas peronistas para abordar la temática o problemática de los “peatones rodantes” 1 .
Creemos que el transporte en bicicleta debe abordarse de acuerdo a cada territorio. Nunca como una política del “copie y pegue”, según desde el macrismo/larretismo se nos propone, invocando “sistemas globales”, traspolados del “primer mundo” de su imaginación soñadora pero no desinteresada. Entendemos que el sistema de bicicleta prepago estatal2 puede ser un elemento más, en todo caso. Un componente que ni hace a la esencia del asunto ni da claves ni respuestas a una problemática más vasta y más rica y compleja en sus articulaciones populares.
La bicicleta es una forma de transporte muy personal. Cada persona necesita un determinado tamaño o material o característica para su bicicleta. Interviene el lugar por donde nos movemos, el tipo de actividad que realizamos y aun la forma de vida que llevamos 3.
El uso y disposición personal de la bicicleta como transporte urbano y periurbano debe hacerse de forma responsable, respetando a los otros y tomando las medidas de seguridad (cascos, chalecos, luces, frenos, y demás disposiciones e instrumentos).
Más allá de lo saludable que pueda ser el uso de la bicicleta, existe un valor social de un nivel a la vez superior y más abarcativo para la existencia social y comunitaria: que las personas se movilicen en este transporte único, para experimentar la felicidad no menos única y singular de andar sobre pedales.
En el caso de la Ciudad de Buenos Aires en donde las mujeres en gran parte no saben manejar sino hasta contar con poder adquisitivo suficiente para comprarse un auto y donde por tanto, dada la desigualdad de género en los ingresos, una parte demasiado importante de la población femenina no sabe manejar automóviles, en muchos casos esas grandes proporciones asimétricas hacen que tampoco sepan andar en bicicleta.
Se habla del machismo en el Interior “provinciano” pero se mira poco el terrible machismo naturalizado que existe arraigado en las costumbres “porteñas”. El hecho de que muchísimas mujeres no manejen ni sepan andar en bicicleta es una de las formas en que el feroz machismo se manifiesta.
Comprarse un auto es más costoso y más complejo de aprender a manejar pero, compañeras, una bici no debiera negársele a nadie.
En el marco de esta pandemia, en esta Ciudad llana y ancha, la bicicleta adaptada a las diferentes necesidades 4, puede ser el vehículo de “la revolución de las mujeres peronistas”.
Alrededor de la bicicleta existe un universo. Se necesitan personas que las fabriquen, personas que las vendan, personas que las arreglen, personas que las quieran y todo eso se puede hacer entre compañeras.
En materia de políticas de tránsito hay todo por reconstruir en un mundo que debe reformularse completamente.
La pandemia visibilizó lo inhumano de trabajar, vivir y transportarnos en espacios pequeños, con el aire viciado, faltos de contacto con la naturaleza, con escasos espacios verdes. Hemos vivido por décadas sumidos en los círculos contagiosos de los eléctricos pulmones viciados de los edificios emparchados de esta ciudad que se desmorona en ruinas pese a ser rica.
Para pensar la ciudad que queremos habitar, debemos andarla.
Compañeras, compañeros, los invitamos a desempolvar las bicis de los abuelos y andar la ciudad, conocerla, entenderla, para amarla cada día más y empezar a cambiarla con militancia de territorio.
Compañeras y compañeros, ¡los invitamos a subirse a nuestra Peroncleta!